viernes, 30 de diciembre de 2011

FELIZ 2012

 


Comenzamos un nuevo año y os deseo normalidad, sobre todo eso: normalidad y ausencia de malas noticias.

Y como os quiero bien, también os deseo que deis y recibáis cariño y solidaridad, ya sabéis, se es más feliz dando que recibiendo.

Que redescubráis y pongáis en práctica muchos de los antiguos valores éticos en desuso. Dignidad, buena educación, respeto, limpieza de pensamiento, solidaridad, lealtad, … hay muchísimos. Si ya los tenéis descubiertos y los practicáis, mucho mejor para vosotros.

Y poco más. Porque tenemos que buscar nosotros mismos la forma de ser felices. Tenemos que luchar por conseguir esa felicidad teniendo muy claro que todo tiene un precio y por lo tanto no se puede tener todo. O sea, ser más o menos felices va a depender en gran medida de nosotros.

Así que siguiendo la vía del minimalismo con que he comenzado esta felicitación os deseo algo parecido a esta sucesión de “normalidades” que ya puse aquí en un post hace casi un año:  

En orden cronológico, nos toca: resaca post-navideña, frío, alargamiento muy lento de las horas de sol, frío, planificación general del año, frío, plan-de-buenas-intenciones-que-casi-nunca-se-cumplen-del-todo para el año, frío, cuesta de enero, frío, rebajas, espera del fin de semana que parece que nunca llega, quizás nieve en Madrid, hartura de frío y llegada de la primavera, alargamiento más rápido de las horas de sol, vacaciones de semana santa, llegada lenta y alternativa de días más soleados, cambio de horario, fiestas de San Isidro en Madrid, días mucho más largos y noches mas cortas, alergias primaverales, terracitas con cervecitas, alegría, frustración porque llueve más de lo que nos gustaría, días superlargos, primeros calores, llegada del verano, que no, que el calor no llega, "este año no va a haber verano" (qué gilipollez), hastío de calor, aire acondicionado, terracitas nocturnas, dormir poco por la noche y aprovechar la siesta, vacaciones, calor, vacaciones, playa o montaña, vacaciones, lugares turísticos en España o en el extranjero, vuelta de vacaciones, trauma postvacacional, comienzo del ciclo anual escolar, cagoen... se encogen las horas de sol, llega el otoño, se alargan las noches, cambio de horario, a las 6 de la tarde es de noche, joooder no para de llover, vamos al cine que hace frío, puente de la constitución ¿viajecito ó excursión?, llegan las navidades, ¿donde pasamos la nochebuena? ¿y la navidad? ¿y el añoviejo?, felicitaciones y festejos.


Es sólo un ejemplo, pero también vendrán sucesos imposibles de pronosticar. Es la vida, porque todo esto ocurrirá mientras vivimos. Estos sucesos imprevisibles que harán que vivamos más o menos felices.




© Copyright de los textos, Alvaro Emilio Sánchez Tapia, 2021


Y se estrelló.

 


Y se estrelló, sobre un suelo duro y seco. Y se rompió en mil pedazos.

Ese fue el hecho, pero nunca sabría si hubo agua, aunque tenía la certeza de que sí, la había.

Afortunadamente por allí estaban el Hada de los Abrazos y el Hada de la Alegría, que con dulzura y destreza recogieron cada uno de los trozos, juntándolos y pegándolos.

Una vez finalizaron tan delicada tarea, cogieron sus varitas mágicas y dieron un toque con ellas a su corazón. De nuevo volvió a la vida.

Gracias a las Hadas sólo iba a ser doloroso, no definitivo.

El descenso libre fue una gran experiencia. Una maravillosa experiencia de vida. Mereció la pena.

A partir de ese momento solo iba a ser muy doloroso.

Nada más.



© Copyright de los textos, Alvaro Emilio Sánchez Tapia, 2021






lunes, 19 de diciembre de 2011

Navidad 2011

 


Era una mañana de diciembre, unos pocos días antes de Navidad.

Una mañana preciosa de sol, aunque fría, muy fría, de esas que en las calles de su ciudad la gente caminaba con una bufanda tapando la boca, no solo el cuello, y los que iban sin ella exhalaban ese humo blanco tan sano.

Pero no le apetecía salir, últimamente las navidades se había convertido en una época en la que parecía que lo único importante era comprar, y luego comprar y después comprar.

Coches por todos los lados, gente por todos los lados. ¿Qué fue de aquel espíritu navideño?

Notaba a su alrededor grandes preocupaciones. Sólo quedan 5 días y no he comprado el regalo de papá noel de... No voy a llegar a reyes, no tengo ni idea de donde poder encontrar...

Eran grandes preocupaciones que no entendía. ¿No sería mejor preguntar a todo el mundo qué era lo que quería? Se apuntaba, se iba, se compraba y todo en un día, quizás en una mañana. Y el resto del día se podría dedicar a estar con la familia, con los amigos, pasear por la calle, tranquilamente, ¡qué cosa!, tranquilamente, disfrutando del frío, de los adornos navideños, del ambiente navideño... de verdad.

Buscar un regalo sorpresa para alguien supone no poderle dedicar tu tiempo, -se decía-. No estar con él o con ella. No le merecía la pena. No le gustaba entrar en ese juego, pero, al final, siempre tenía que entrar.

Le gustaba pasear una mañana como esa por la Plaza de la Paja. Pararse un momento. Quedarse quieto, en silencio. Escuchar lo que decía esa plaza. Quizás un villancico lejano saliendo de una ventana. Quizás el sonido de unos barriles de cerveza rodando por el suelo de un bar cercano. ¿Unas campanas sonando en la iglesia de la calle de abajo? Los pasos de una pareja enamorada y amarrada que pasaba por su lado. El aleteo de unos pájaros...

Le gustaba regalar tiempo, y una sonrisa y escuchar, escuchar lo que la persona con la que estuviera le dijera. Si es que quería decirle algo.

 

Cómo tendemos todos a hablar y qué difícil nos resulta, a menudo, escuchar.

Todo es sencillo. La vida es sencilla. Somos nosotros los que la complicamos algunas veces.

En cualquier caso sabía que todo el mundo no pensaba así, y estaba bien. Todo el mundo tiene derecho a sentirse bien y su manera no tenía porque ser la correcta.

Una cosa, para finalizar: Salió y disfrutó.


¡Feliz Navidad a todos mis amigos y amigas!

No olvidéis nunca que siento un gran cariño por vosotros. 


© Copyright de los textos, Alvaro Emilio Sánchez Tapia, 2021




jueves, 1 de diciembre de 2011

Riesgo y vida

 


Sentía algo especial, posiblemente algo más que amistad, muy probablemente, incluso algo distinto.

Su carácter vehemente y su certeza de que la vida es una sucesión de saltos de trampolín contribuyeron decisivamente, de nuevo, a que otra vez se lanzara al vacío, como siempre, sin cerciorarse de la profundidad del charco. Sólo que esta vez los motivos eran muy distintos.

Mientras estaba en el aire notó como si alguien advirtiera:

- ¡Cuidado!  ¡Profundidad treinta centímetros!

Pero mientras caía pensó que alguien podría profundizarlo, ó que podrían llegar repentinamente lluvias torrenciales, o que alguien pusiera una enorme colchoneta, o... . Lo que estaba claro es que había tomado la decisión de saltar y estaba cayendo, eso era imposible de revertir.

El que se estrellara contra la tierra húmeda o que disfrutara de un simple y agradable zambullido era ahora algo ajeno, un problema de tiempo y de la voluntad de otro (de otro ser humano).

Otra vez, de nuevo, su futuro estaba en poder de la decisión de alguien, de lo que otra persona hiciera.

Era el riesgo inherente a la vida. Si sólo hubiera deseado estar, nunca lo hubiera hecho. Pero necesitaba ser y tener.

Vivir es esto, una vida siempre plana no tiene sentido, se repetía mientras caía.

Merecía la pena, mientras se precipitaba sentía la vida como hacía mucho tiempo que no la sentía. Su piel estaba de nuevo fresca y suave, tenía otra vez ese optimismo natural y refrescante de todas las mañanas, su ánimo estaba de nuevo desbordante, una alegría natural iluminaba su cara, sus sentidos se habían desaletargado y respondían atenta y rápidamente a cualquier estímulo.

Sentía todo eso mientras estaba cayendo, en el vacío, y si al final, además, no se estrellaba, sería increíble.

Si se estrellaba no sería decisivo, sólo muy doloroso.




© Copyright de los textos, Alvaro Emilio Sánchez Tapia, 2021